Sonreír (21 de agosto de 2019)

Más de un mes sin aparecer por el diario y la vida se me hace bola en un rincón. Recién deshecha la maleta de verano toca rehacer, reconstruir retazos de lo que soy, rehacerme por medio de los instrumentos que cada temporada lo recomponen todo.

La rutina se apodera del espacio poco a poco, y el deseo de que así sea fluye en silencio en esta habitación mientras escribo, deseo que también este diario se convierta en rutina aunque muchas veces no diga nada, aunque lo diga todo sin darme cuenta.

Ahora que parece que está todo en su sitio, establezco esos controles, las famosas listas. Me gusta saltarme, adelantarme o retrasarme respecto a lo que espero de mí misma: escribir "xx.xxx" palabras, ver "x" o "y" en teatro...y lo que casi nunca me propongo al darlo por sentado, aunque quizá deba subrayarlo en mi lista: sonreír. ¿Qué sería de nosotros sin esa bella carta de presentación, sin ese tenue maquillaje que es una sonrisa?

Vuelvo al trabajo, a la escritura, a leer teatro, a discurrir entre textos y vida, a dejar que el perfil del horizonte me sorprenda, a desear y luchar, a mejorarme a mí misma, a concederme permisos,... y no apunto nada de esto en esta lista de cosas que debo hacer, y sonrío porque sí, porque esta vez creo que todo lo necesario y todo lo bello lo automaticé, porque solo hay que hacer esto (esta temporada y todas las que siguen): sonreír y todo lo bueno vendrá detrás.


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