"La empleada de la gabardina barata" (2º relato del taller #Veranonegro de la librería Cervantes y cía)

Cuando llamen al timbre no abriré. Pueden llamar 3 o 4 veces, y luego irán a la puerta de Stefani y ella dirá que sí que vive alguien, una señora mayor, que no me conoce mucho, que apenas salgo de casa… Total, estoy un poco sorda, o un poco ciega, ya no sé… Le preguntaré a Titín cuál es mi discapacidad. A una vieja inválida como yo no se la suele molestar y menos con este tema de Gracia. Tenía que haber ocurrido antes, desde luego. Titín la tenía que haber echado antes de que ocurriera nada, pero con los hombres ya se sabe… que será mi hijo pero es poco espabilado. Y ahora ya es tarde. Se la ve bien desde la ventana de la cocina, con esa estúpida gabardina barata que nunca se quitaba, de la gabardina a la bata, de la bata a la gabardina. Barato y blanco, un color nada apropiado para la gente de servicio, y eso que ella creía que debía de ir a la última moda. Siempre le dije que saliera por la puerta de servicio, que para eso está, para gente como ella. Y ella que no, que ella era una empleada de hogar, dándose importancia, pues ella sabrá. Se lo dije y ahora está ahí desangrándose. Si es que yo digo las cosas por algo y todo pasa por alguna razón. Se le ve la sangre casi desde aquí. Habrá sido uno de esos novios que se echan, que las esperan en los portales. Gente guarra, animalesca. Esas bestias aprovechan cualquier momento para revolcarse, ¡cualquier lugar! No tienen el mínimo respeto. No va y me pregunta un día si le alquilo una habitación para estar con su novio. Ni me enteré del nombre. Será guarra. Eso pasa por contratar gente de fuera. Mira que se lo advertí a Titín, que yo no veo ni oigo pero las veo venir. Que ya le pasó a la vecina de debajo, que también contrató a una chica del Este y la timó. Esta es española, pero se las ve venir, que son todas iguales. Que se creen que van a desplumar a una pobre vieja. Pues seré vieja, pero también muy lista. Pues esta vieja está ahora viendo cómo se desangra Gracia. Está ahí fuera, tirada, provocándome con esa estúpida gabardina barata. Menos mal que no tendré que volver a verla. Titín me buscará otra empleada. Además, que no va a venir nadie a preguntar nada, si hoy le tocaba el 2º B. Que yo sé que limpiaba también en el segundo, en la casa de Inés. Que se cree que no lo sabía, pero a mí esta no me engaña. Inés es menos precavida, seguro que le ha dejado alguna vez la habitación para estar con el novio. Y así acabará la pobre, si es que no se da cuenta de nada. Hay que ser más precavida con las de fuera. Sobre todo revisar la plata. Seguro que la ha robado o algo. Y estos novios de ahora… te engañan, te embarazan y si te he visto no me acuerdo. Y estas no se fijan con tal de darle al vicio. No les preocupa, y así acaban. Voy a llamar a Inés, para ver qué le ha pasado. Suenan los coches de policía y bajan dos señores. Uno un poco más gordo que toca a Gracia en la mano y se levanta. El otro me recuerda a Stefano, el novio que tuve en el baile de debutantes de París. Era muy delgado y tocaba el chelo. Espero que Titín no se los encuentre cuando llegue de misa. Voy a cerrar la cortina y llamaré a Inés. Titín me buscará otra empleada.

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